Hombres de carne y pelo. Los ‘osos’ de Barcelona desde una mirada etnográfica

+ info: Tesis en Red, Isabel Ferrándiz Armero (2009)

La presente memoria es el resultado de una investigación de corte etnográfico sobre los osos, un grupo de varones gais que celebran los cuerpos gruesos, peludos y que superan la media de edad que predomina en las representaciones gais. Son nombrados en numerosas ocasiones como un ejemplo de diversidad que amplía las representaciones del sujeto gay pero que, sin embargo, plantea también serios dilemas (políticos) respecto al modelo de masculinidad que propone. ¿Son los osos una subcultura o un movimiento político que pone en jaque el heterosexismo imperante? Responder a una pregunta como esta requiere de una aproximación más empírica que meramente discursiva; sin embargo no existen trabajos de corte etnográfico en nuestro territorio. Aprovechando este vacío, la investigación que sustenta esta memoria pone el foco en diferentes ámbitos experienciales a propósito del estilo bear. Lejos de ser una categoría identitaria que se encarna en las subjetividades con la misma fuerza con la que lo hacen el género o la sexualidad, el oso vehicula quienes son –o qué buscan– en contextos de ocio gay. Por ello, «Hombres de carne y pelo» aborda a los osos como un estilo corporal cuya dimensión simbólica entreteje una relación de significados eficaces en torno al cuerpo. Viste de autenticidad, tolerancia, naturalidad y masculinidad los excesos de arrugas, carne y pelo y produce al mismo tiempo una suerte de valor diferencial que permite erotizar cuerpos vergonzantes, invisibilizados y/o rechazados por los modelos de representación gais dominantes. El estilo bear abre a su paso espacios de encuentro donde la práctica social no sólo se rige por las prohibiciones externas y la necesidad de protegerse frente a un entorno hostil desde una mirada heterosexual y gay, sino también por las posibilidades que ofrece. La seducción, la sexualización y la distensión de responsabilidad cotidianas configuran los principales marcos de acción e interpretación en ellos. Del mismo modo, producciones culturales y medios de difusión y comunicación contribuyen a afianzar la existencia del oso tanto como a fijar y distribuir su capital erótico de forma desigual, generando con ello jerarquías al interior del grupo. El contraste entre las reacciones e interpretaciones que provoca el estilo de los osos y las prácticas que acontecen en los espacios que disponen, dificulta la formulación de una respuesta contundente respecto a la subversión o reproducción del heteroseximo por parte de ellos. La práctica social que se desarrolla en los locales bascula entre registros de adecuación intermitentes y polivalentes: simultáneamente buscan la complicidad entre sus miembros por medio de registros de adecuación feminizados y la distinción respecto a los mismos mediante códigos de virilidad. Esta memoria concluye que los osos tratan de agrandar el marco de ocio y consumo gay a otros cuerpos y otros consumidores, que reclaman también «el derecho» a ser deseables. Configuran el estilo desde el poder otorgado al erotismo al tiempo que se oponen a la mirada heterocentrada que mantiene vinculadas la identidad de género y la orientación sexoafectiva. Sin embargo, su propuesta grupal no cuestiona de forma vertebral y explícita al heterosexismo; un aspecto, este último, que puede ser tan ignorado como defendido en el interior de sus filas.